jueves, 15 de noviembre de 2007

Biografía General, el comienzo…


La historia y los personajes que a continuación aparecerán forman parte de la realidad y cualquier parecido con la fantasía, es sólo coincidencia…



Su nombre era María.
Vivía en un barrio pobre de Santiago pariendo hijos que la amaron. Un hombre bueno se inscribió de esposo y, por alguna extraña razón, era feliz. Cantaba y aprendió a rasguear su guitarra para acompañar la voz que salía bohemia a retumbar por las cantinas y quintas de recreo. Sabemos que era amada y que se llamaba María (mi abuela)
Sabemos que cierta tarde llegó un hombre oscuro a tomar el puesto frente a la cantora. Sabemos que sus manos se depositaban frente a los andenes empujando la ruda locomotora que atropellaba el suelo de Rancagua. Sabemos que llenaba con piedras negras el abdomen de fierro y que salía bullendo como toro enfurecido al comienzo del día. Sabemos que tenía diez años menos que ella y que jamás saldría de su boca una nota de dulzura, que sólo el vapor del fuego empujaba a ese cuerpo de hierro y que esa tarde llevaría a María directo a las entrañas y tragaría el amor y la madera, las cuerdas y el canto, para sucumbir en la peor de sus pesadillas, el sueño de la pasión y el adulterio, el sueño del abandono y el olvido.
Allá quedaron en Santiago el hombre que la amaba y los hijos que la necesitaron.
Y partió María tras la locomotora a vivir en los vagones, a dormir bajo las estrellas, a luchar tren en marcha contra el bandido y caer desde la nariz de fierro, muda, arrepentida, sobre los andenes hasta mutilar el brazo que tañía los acordes de una alegría pretérita.
Ahí quedó María, mi abuela, escondiendo la guitarra bajo la mesa, cocinando en piezas oscuras sobre suelos húmedos de fuego, mirándome dolorida desde la tierra que cubría la casa, la casa lúgubre y mal oliente donde partíamos a pagar nuestras culpas, donde mi padre, su hijo me llevaba a conocer los rincones del odio, la furia, el desaliento, donde mi padre, su hijo, me mostraba cómo se odiaba a María.
Afuera el bandido locomotora cazador de Marías (mi abuelo), le mostraba al hijo, mi padre, cómo empujar mujeres desde los vagones, cómo apuntar cañones sobre las sienes de la diosa, cómo destrozar vulvas tras los partos. Y yo veía cómo María lloraba tras el árbol navideño y sentía la voz de mi padre, su hijo, golpeando su corazón malherido.
Allá quedó María, muy lejano en la memoria, ese día que partiste por los andenes en dirección al infierno.

(continuará)...



El Comienzo


Nací en Rancagua de Chile. Fui hermana de Peter, Jaime y Claudio , hija de Leonel y Alicia. Nieta de Azor y María, Guillermo y Armando.

Recuerdo haber corrido sobre un jardín infantil. Recuerdo que sus paredes me parecían altas y celestes y que jamás pude hacer el remolino que todos armaban sin dificultad. Recuerdo que no lograba intercalar los pedacitos de papel lustre que torturaban mis dedos. No sé si volví a intentarlo nuevamente en mi vida, pero sí sé que esa fue mi primera frustración.
La experiencia de terror se precipitó en mí cuando la profesora de kinder(con mucha sicología ella), me culpó del olor a "pedo" que manaba desde los pupitres minúculos y coloridos.
Aseguro, sin temor a equivocarme, que jamás me tiré un peo en público. Incluso hasta el día de hoy me cuesta liberarme de hálitos interiores, por más que mi marido insiste en que no arriegue una tripa.
No puedo, no puedo.
Recuerdo que esa fue una de las pocas oportunidades en que mi padre me defendió. Él reclamó ante la dirección que yo jamás me tiré ni me tiraría en la vida un pedo en público. Fue una de sus primeras sentencias.

1 comentario:

lichazul dijo...

Mª Alicia
primero que nada quería felicitarte por la hermosa presentación y decirte que este escrito me emocionó mucho, hay tantas Marías alrededor nuestro aún ...

he dejado enlazado este blog y el de la comadreja a mi sidebar de blogs
te dejo el mío para cuando tengas tiempo y ganas le eches una huella
http://lichazul.blogspot.com

Un abrazo de paz y un montón de buenas energías pa'tu vida